Otras miradas al pasado
Sexo invisible, sexo ocultado
Sexo invisible, sexo ocultado
En el año 2007, la arqueóloga ruso-americana Olga Soffer, junto con sus colegas Jim Adovasio y Jake Page, publicaban un libro de título inequívoco: “El sexo invisible” en el que se preguntaban el porqué de la ausencia de mujeres en las interpretaciones sobre la prehistoria.
Retrato de grupo de investigadores analizando el cráneo del hombre Piltdown (John Cooke, 1915)
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La respuesta era simple; los hombres han sido y continúan siendo mayoría en el mundo académico y han construido un mundo, literario y visual, a su imagen y semejanza. Es decir, el pasado “oficial” ha estado protagonizado por hombres blancos y de clase media que han invisibilizado la agencia histórica de todos aquellos colectivos que no encajaban en la lógica de un sistema eurocéntrico y patriarcal de generación de conocimiento.
Olga Soffer, autora del “Sexo invisible», es una de tantas arqueólogas que han asumido el reto de deconstruir este relato y aportar datos para nuevas interpretaciones. Paulatinamente, la investigación sobre la prehistoria y las sociedades antiguas ya no son sólo “cosa de hombres”.
Esa mayoría masculina poco a poco ha ido reduciendo su presencia, y aunque aún queda mucho por hacer, las mujeres seguimos trabajando para construir un sistema igualitario.
El género es una construcción cultural del patriarcado que ha comportado, en la mayoría de las sociedades conocidas, una división sexual del trabajo dicotómica (hombre/mujer) con roles que se atribuyen como apropiados para cada uno de ellos. Siguiendo este mismo esquema, los trabajos realizados por mujeres han sido y son menos valorados en términos políticos, culturales y económicos generando una distribución desigual del poder y de acceso a los recursos, frecuentemente impuesta mediante violencia física y simbólica.
Hablando de mujeres
¿De qué hablamos cuando hablamos como mujeres y sobre mujeres? ¿De nuestro sexo, de nuestro género o de nuestra identidad? El debate, ahora de gran actualidad, probablemente se ha complicado al analizar cada uno de estos conceptos por separado, cuando en cada persona se entrecruzan y conforman un todo, difícilmente discernible en sus partes, tal como se ha planteado con el concepto de interseccionalidad.
El concepto de interseccionalidad
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De este modo, invisibilidades, ocultaciones y estereotipos se han proyectado de forma mecánica a nuestro pasado más remoto, legitimando, desde la situación de poder masculina, una historia sesgada que anulaba a las mujeres del pasado y discriminaba a las del presente.
La ausencia en el relato del pasado
Los libros de texto escolares son exponentes del relato histórico normativo, es decir, de aquello que merece la pena ser contado, explicado e interiorizado desde el poder establecido.
La revisión de estos textos ha demostrado hasta qué punto las mujeres están ausentes en esta memoria histórica oficial.
Ana López Navajas “La ausencia de referentes femeninos en libros de texto”
La ausencia en las imágenes
En los museos arqueológicos, revistas de divulgación, en las novelas de ficción, las películas y en los cómics, el uso de ilustraciones (¡una imagen vale más que mil palabras!) es el recurso habitual para explicar al gran público aquellos tiempos pasados tan lejanos de nuestra propia realidad.
Aunque cada vez hay más excepciones, nos suelen mostrar a muchos hombres, pero a pocas mujeres como protagonistas de la historia.