Tecnologías cotidianas
Una tecnología compleja
Las sociedades agrícolas dejaron las primeras evidencias de cerámica, una difícil tecnología que, en la Península Ibérica, comienza con barro cocido hace 8000 años. El tipo de barro, el desgrasante, el control de la temperatura y el tiempo de cocción serán claves para el éxito. Desde sus inicios, la cerámica ha formado parte de todos los escenarios de la vida cotidiana y simbólica: tradición, innovación, identidad y memoria se unen en ella. La revolución tecnológica que tiene lugar desde finales del siglo VII a. C., en el mundo ibérico, constituirá un avance con respecto a épocas anteriores, con logros tan trascendentales como la introducción del torno, el horno de doble cámara o el uso de nuevas decoraciones. Las sociedades griega y romana transformaron y mejoraron las técnicas de fabricación y cocción, la decoración y los usos tanto cotidianos como simbólicos.
Desde el siglo VI a. C. la fabricación de cerámicas a torno fue adquiriendo relevancia. Los alfares y talleres iberos se irán asociando progresivamente a familias especializadas. Entre las innovaciones destaca también la decoración pintada. Las decoraciones adquieren un especial protagonismo con estilos que definen e identifican territorios políticos y grupos sociales, siendo especialmente significativos los temas vinculados al ámbito femenino.
Transmitir y compartir tecnología
La transmisión del conocimiento es básica para la supervivencia de cualquier grupo. Desde los inicios de la humanidad, conocer las tecnologías y transmitirlas a futuras generaciones ha sido clave en nuestro desarrollo como especie. La tecnología requiere de un necesario adiestramiento y cada aprendizaje de una experimentación. La práctica hace que cada principiante pueda aportar nuevas ideas y así se comparte lo aprendido que pasa de generación en generación con cada nueva aportación realizada.
Buena parte de esa transmisión y socialización del conocimiento se realiza en el ámbito doméstico.
Mamá quiero ser artista: el tejido
Husos, fusayolas, telares verticales o de placas, son los elementos que se relacionan con la confección. Algunas imágenes del mundo ibérico nos muestran los elementos relacionados con el tejido, asociados a las mujeres, bien sea como símbolos de género y estatus o como elementos activos en la educación de las niñas. La trascendencia de esa producción, siempre llevada a cabo por mujeres, queda reflejada en algunas fuentes clásicas como Estrabón o Plinio.
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Mujeres de la sociedad ibérica realizando actividades textiles y de aprendizaje y socialización entre ellas
El arte de hilar la lana o lanificium y el uso del lino fueron los productos más utilizados para el vestido ordinario (togas y túnicas) y fue un sector con una apreciable presencia femenina. Hilar y tejer es el símbolo por antonomasia de la feminidad, la bondad y la honestidad. La rueca y el huso se convirtieron en signos externos de la condición femenina y están presentes en muchas esculturas y representaciones de todo tipo.
Aprender jugando
El juego, como forma de aprendizaje, forma parte de la vida diaria de las criaturas a lo largo del tiempo. Observar a las personas mayores e imitar sus actos, es un juego mediante el que se transmite toda la información necesaria para, en la vida adulta, desarrollar los diferentes trabajos.
Interior de una cabaña argárica de Antas (Almería)
Los niños y las niñas de los poblados argáricos necesitaron un entrenamiento específico que los preparara para el mundo adulto. En muchas ocasiones aprenderían jugando mediante la observación e imitación de las personas adultas, especialmente de las más mayores.
Edad del Bronce. 2200 – 1550 a. C.
Tablilla ofrecida como objeto votivo en la acrópolis de Atenas
Representa a una mujer trabajando la tela mientras su hija desnuda juega. Es una de las pocas imágenes del arte griego que muestra las dos funciones principales de las mujeres griegas, el cuidado de los miembros de la familia y la producción de telas, una artesanía casi exclusivamente femenina
Cultura griega. 550 a. C.